Los ateos y los agnósticos tienen características psicológicas bien definidas y deberíamos conocerlas para comprender mejor sus puntos de vista.
Contenido
- – Clases de ateos.
- . Ateos primitivos.
- . Ateos intelectuales.
- – ¿Qué son los agnósticos?
¿Existen los ateos?
La respuesta es sí, efectivamente existen y seguirán existiendo por lo menos hasta cuando el presente ciclo de evolución de la humanidad llegue a su fin, lo cual está mucho más cerca de lo que el común de las personas imagina.
Por definición, un ateo es una persona que niega la existencia de Dios; y para sustentar su creencia esgrime variados argumentos, algunos de los cuales ya los vimos en los artículos anteriores en este Blog, pero fundamentalmente alegan que la ciencia nunca ha podido probar la existencia real de ninguna deidad, que es imposible que exista algún ser Todopoderoso, pleno de amor y bondad como lo describen las religiones Cristianas porque, según dicen, si así fuera entonces no podría existir el mal en el mundo. Igualmente afirman que las supuestas revelaciones de los profetas y otros líderes religiosos son simples fantasías, mitos o leyendas que no merecen ninguna consideración seria, etc., etc.
Observando el comportamiento personal y social usual de un ateo saltan a la vista algunos rasgos de personalidad que son bien típicos de ellos, por lo cual podemos clasificarlos en los dos grupos siguientes:
1- Los Ateos primitivos
Son aquellas personas, hombres o mujeres de cualquier condición social o económica que en su estado de evolución personal están comenzando a transitar apenas el primero de los cuatro niveles necesarios para alcanzar el despertar de su consciencia.
Como este primer nivel de consciencia es el más rudimentario de todos es la razón por la cual es adecuado llamar a estas personas ateos primitivos.
Su principal rasgo psicológico, y por lo cual son ateos convencidos, es que su capacidad mental y emocional para comprender los aspectos superiores de la existencia es extremadamente pobre, o sea muy limitada. Escasamente tienen consciencia de su propia existencia como seres diferentes a los demás humanos y animales, pero hasta ahí llega su capacidad para comprender algo mucho más elevado como la existencia de un Supremo Creador, idea o concepto que es tan grande para ellos que simplemente sus mentes no son capaces de procesarlo y por eso lo rechazan de tajo.
A estas personas no deberíamos criticarlas por su incapacidad para comprender las verdades espirituales, porque simplemente están atravesando una primera etapa necesaria en su sendero espiritual, al igual que todos nosotros lo hicimos en alguna época, en alguna vida pasada, cuando también iniciamos nuestro crecimiento personal, de igual modo como a nadie se le ocurriría romper o desechar un vaso por no ser capaz de contener toda el agua del océano.
Se comprende, entonces, que estos verdaderos ateos tienen un desarrollo personal muy pobre, entendiéndose esto como el crecimiento espiritual que gradualmente va alcanzando cualquier persona por sus experiencias de vida o por su interés en temas religiosos, filosóficos o místicos. Y este desarrollo personal tan escaso es real, sin importar los estudios, títulos, maestrías, doctorados o posdoctorados que lleguen a tener como científicos, porque una cosa son sus capacidades intelectuales con los conocimientos científicos acumulados y otra muy diferente la evolución de su consciencia con la consiguiente expansión de su capacidad de compresión de temas mucho más elevados que trascienden el estrecho ámbito de la ciencia.
Por este motivo su creencia al negar la existencia de Dios es genuina, sincera y no admite ninguna duda. Y por esto mismo nada ni nadie en el mundo será capaz de hacerlos cambiar de opinión.
2. Los ateos intelectuales
Estas personas poseen un ego desaforado y grandioso que los lleva a creer firmemente que la única verdad que existe en el Universo es su palabra, sus convicciones y sus creencias porque, según dicen, ellos son fieles exponentes del pensamiento científico y en este mundo y en el universo entero no puede llegar a existir algo que sea superior a la ciencia. Y todo cuanto esté por fuera del ámbito de la ciencia es falso de toda falsedad, por lo cual debe ser rechazado, ridiculizado y desacreditado para que desaparezca de toda la faz de la tierra. Y eso incluye, por supuesto, a todas las religiones y a sus respectivos creyentes.
A diferencia de los ateos primitivos, estos ateos intelectuales ya han salido del nivel de evolución primitivo y están en una etapa en la cual su desarrollo intelectual es el polo dominante para la evolución de sus consciencias, razón por la cual ellos muy secretamente, allá en lo más profundo de sus mentes, reconocen que hechos tan evidentes como son la existencia de la Creación y del hombre son imposibles que sean debidos al azar, a pesar de lo cual públicamente niegan en forma categórica la posibilidad de que exista un Dios como Supremo Creador.
El resorte oculto de este comportamiento de estos ateos intelectuales está en el hecho de que su enorme ego es el enemigo natural de la Divinidad, el representante del mal en la tierra, el causante de todas las desgracias humanas, por lo cual a estas personas la sola mención de la palabra Dios les eriza la piel, los llena de furia e incluso les puede producir una sensación de urticaria, debido a que un ego súper grandioso no puede tolerar que en el Universo pueda existir algo o alguien superior a él.
Y como un ego súper grandioso quiere siempre acaparar toda la atención pública que le sea posible obtener, es la razón por la cual estas personas, cuando tienen la oportunidad de hacerlo, se ufanan ante el mundo entero de ser ateos y no creer en la existencia de ningún Dios. Esto lo hacen principalmente cuando alcanzan cierta notoriedad pública y están en alguna reunión social o cuando dan alguna entrevista periodística, ocasiones en las cuales siempre hacen esta afirmación aunque ningún periodista ni ninguna otra persona se los esté preguntando.
Otros ateos dicen serlo únicamente porque por alguna experiencia desafortunada con los ministros de alguna religión se han decepcionado profundamente y han optado por rechazar de plano a todas las religiones, alegando que todas ellas son falsas, que persiguen fines egoístas u oscuros y que por lo tanto no merecen ser consideradas como instituciones respetables. Y su animadversión llega hasta tal punto que evitan caminar frente a algún templo o tener algún tipo de contacto con los clérigos o ministros de cualquier religión.
Cuesta trabajo creer que una persona quien anteriormente ha creído firmemente en la existencia de un Poder Superior, Dios o Supremo Creador, pueda eventualmente retroceder en nivel de comprensión de los aspectos espirituales únicamente por una decepción religiosa.
¿Qué son los agnósticos?
Los agnósticos son personas que en cuanto concierne a la evolución de su consciencia están un escalón por encima de los ateos. Por esta razón, mientras los ateos niegan de plano la existencia de cualquier deidad, el agnóstico puede que haga lo mismo pero no por las mismas razones de los ateos; de hecho, puede que los agnósticos incluso acepten la posibilidad de que pueda existir Dios, pero afirman que no pueden comprobar la existencia de ninguna deidad debido a que todo cuanto se relaciona con los conceptos espirituales o teológicos están fuera del campo de la ciencia y de la comprensión de la mente humana.
En resumen, un agnóstico es una persona que pertenece al primer nivel de evolución de la consciencia humana, al igual que el ateo, pero con relación al ateo está un paso por encima de este y esa es la razón por la cual no está dominado por su ego grandioso y por esto su mente está un poco más abierta a considerar como posible que exista alguna deidad aunque, por su inclinación racionalista, concluye que no puede tener ninguna certeza al respecto.
Podemos entonces concluir que la gran diferencia entre un ateo y un agnóstico es que mientras el ateo está en lo más profundo de su primer nivel de consciencia, en el nivel primitivo, el agnóstico ya ha comenzado a avanzar en el desarrollo de su consciencia y está a punto de salir de este primer nivel de evolución. Por esto es por lo cual el ateo niega rotundamente la existencia de Dios, mientras que el agnóstico duda de su existencia pero no cierra su mente a la posibilidad de que Dios exista.
Hasta pronto, amigos.
Muchas bendiciones para todos.